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Crónicas de volver

camión de mudanza

¿Que qué es esto, me preguntás? Bueno, es un mini álbum de fotos de cuando me tuve que mudar de regreso a mi pueblo. En realidad si soy sincero no estaba obligado a venir de vuelta para acá, pero mis papás no me cobran alquiler y todos mis amigos viven cerca, así que tenía más ventajas que desventajas.

Voy a extrañar la casita con balcón y la calma absoluta de tener un departamento propio, claro. Aunque sí que estoy feliz de que haya terminado la mudanza, porque fue toda una odisea. Ahora te muestro, fijate la primera foto.

Capítulo 1

pila de cosas a mudar

Qué veo acá, mi vida de un año resumida en una lista de cosas a cargar en un camión que se las va a llevar. Puedo deducir que me gusta la vida espartana, con lo mínimo posible, aunque la comparación no sea justa porque fue durante poco tiempo. Mientras más tiempo pasa, más chances de acumular huevadas.

Aunque claro, si la palabra que viene a la mente es esa, no hay mucho más para pensar. Me sorprende lo rápido que lo logré—acomodar todo esto, quiero decir. Había estado semanas pensando cómo iba a organizarme, entre el trabajo, conseguir los materiales para meter todo ordenado adentro. Me acuerdo también que no estaba seguro de si me convenía contratar un servicio completo de mudanza, porque no tenía demasiadas cosas que llevar. Pero al final ganó la comodidad—no, tenés razón, el apuro.

Si mirás en detalle vas a notar que la estética me delata. Está relativamente organizado, pero no como alguien organizado lo haría, solamente lo necesario para que ocupe poco espacio en el departamento. Hay cosas que optimizar pero no quería demorar mucho, al final lo terminé haciendo en una sola tarde.

Tanto preocuparme y al final en un día llamé al camión y confirmé, al día siguiente fui al super y me traje cajas y un rollo de cinta de embalar, y la tarde antes del viaje armé todo. Creo que se me hizo más difícil organizar las comidas de la semana el domingo anterior, para que no sobre nada, que esto.

Capítulo 2

colchón cubierto en varias bolsas pegadas entre sí

Hay que ser creativo en la vida. Resulta que el colchón no lo compré pensando, es decir, al menos no pensando en el futuro. Ciertamente es la mejor compra que hice ese año, pero vino envasado al vacío y como consecuencia, cuando llegó el momento de guardarlo, no podía quitarle el aire para volver a meterlo en una caja. Y la bolsa transparente era demasiado pequeña, casi la mitad de lo que necesitaba.

Bueno, lo importante era que no agarre polvo en el trayecto. Así que agarré la cinta, la tijera y un paquete de bolsas de basura que me había quedado sin abrir. Quedó una funda de la cual el Dr. Frankenstein estaría orgulloso. No se ve muy lindo, pero quedó funcional, llegó limpio a casa. Más limpio que las otras cosas, de hecho.

Me intriga que el proceso de cubrirlo y el resultado final terminó siendo una metáfora para la mudanza completa, ¿no? Quiero decir, empezamos bien con la funda transparente, pero después hubo que improvisar con una serie de decisiones apresuradas para terminar a tiempo, porque estaba sin ganas de andar planeando tanto. La verdad que quedó frágil, pero llegamos a destino que es lo que importa.

Y un detalle curioso es que el último pedacito de bolsa lo pegué también con el último trozo de cinta de embalaje así que no se desperdició nada. Tremendo.

Capítulo 3

Pieza vacía

Acá la pieza. No mi pieza personal, sino la pieza donde guardé siempre los colchones de las visitas y mi ropa. Curioso que me hubieran alquilado una casa de dos habitaciones, pensé cuando me mudé, así que obviamente las iba a usar a las dos.

No podía quedarme sin abrigo así que le había dicho al tipo de la mudanza que me avise un rato antes de llegar a casa. Entonces tenía la cama mía todavía armada, y justo antes de salir iba a poner las colchas en otra bolsa. Pero estaba usando los colchones de esta otra pieza, así que quedó totalmente vacía.

Total falta de personalidad, ahora que lo pienso. La otra pieza por lo menos tenía algunos restos de mi paso por la casa, estaba muy bonita. Pero esta quedó sin ropa, sin cama, sin colchones, sin cortinas siquiera. Completamente expuesta a que alguien mire desde afuera y se pregunte por qué está la luz prendida, si acá no hay nadie. No vive más nadie, en realidad—sí estoy yo, pero ya no vivo acá.

Ahora es el momento de recibir a alguien nuevo. Soy un huésped en mi propia casa.

Capítulo 4

comida en envases descartables

Vuelve la sensación de ser un visitante más. Como en un hotel, mejor dicho en un hostel, donde a lo sumo tenés alguna cocina compartida pero de todas formas tendés a pedirte algo hecho. Total no te vas a quedar muchos días y ya que estamos de vacaciones, estemos cómodos.

No es que buscara esa sensación a propósito, lo que pasa es que ya había guardado todos mis platos y cubiertos en cajas. Qué digo, ni siquiera tenía mantel o servilletas, e incluso la mesa estaba con valijas arriba. Pero se sentía lindo, claramente como estar de vacaciones.

Lindo porque igual que ir a un restaurante, comer y tirar. Que otro se encargue de la limpieza y demás, aunque muy informal porque no había nadie jodiendo a ver si todo está bien, y que si quiero postre o alguna otra bebida, ni gente parloteando. Solamente mi comida, mi silencio, mi laptop con una peli de fondo.

Un buen final para lo que había sido todo un desafío, tener que cocinar la comida de cinco o seis días toda de una vez, sin tener bien claro en qué día iba a mudarme. Sobró algo en la alacena, cosas no perecederas como avena o miel. Se lo dejé todo a la dueña o al próximo inquilino en realidad—porque claro, zona universitaria, me acuerdo que el día que estaba guardando todo para irme, ya la dueña me decía que había un par de interesados que querían ver el lugar.

Re buena onda la señora, me compró varios de los muebles y electrodomésticos. Me hizo más simple la mudanza—o quizá me la encareció si tengo en cuenta que era el mismo precio por llenar el camión o llevar dos o tres cajas. Pero no podía saber eso cuando le ofrecí venderle todo. Como dije, el proceso fue relativamente ordenado, pero al final solo quería que termine.

Capítulo 5

pieza oscura con una ventana iluminada y las luces de afuera

Esta es la otra pieza, la mía. En la foto no se ve bien, pero había pegado docenas de estrellitas fosforescentes para tener mi propia versión de un cielo nocturno. Incluso estaban las Tres Marías y había un hada sentada en la luna, justo frente a mi cama. Si enfocás bien la vista se notan a la izquierda de la ventana. Claro, pero en ese día horas antes de mudarme, ya no tenía cortinas, así que la luz externa terminaba por opacar el brillo de los stickers. Una linda sensación, aunque ya menos personal.

Me acuerdo que me dormí re tarde. Había terminado temprano de acomodar todo en cajas, pero me demoré cierto tiempo en terminar de comer porque la película estaba muy interesante. Además una vez que terminé tenía que asegurarme de que no quede absolutamente nada a las vueltas, nada útil al menos. Así que debo haber recorrido el departamento entero unas cinco veces, habitación por habitación, verificando todo.

En ese momento es donde saqué todas estas fotos, me estaba despidiendo también. A la ciudad la había despedido antes, a la tardecita en una caminata después del trabajo. Pero la casita también merecía su adiós, así es que aunque había pactado salir a las 4 de la mañana, terminé acostándome muy tarde, más de medianoche.

Y aún estando en la cama, observando por la ventana me acuerdo de que no se sentía nada especialmente conmovedor. Si hubiera estado en una película seguro ponían música melancólica de fondo y un montaje de todas las veces que me había acostado ahí antes, o así. Pero aunque intenté imaginarme eso, lo único que me vino a la mente es qué bella que era la vista nocturna.

Tampoco la disfruté mucho, solamente le saqué un par de fotos. Pasé mucho tiempo pegado al celular mientras cargaba, mirando el indicador de batería cada 5 minutos para asegurarme de tener suficiente para el viaje. No quería pensar mucho en que tenía que dormir y ya era demasiado tarde, así que puede que haya pasado casi toda mi noche en Instagram para evitarlo.

Capítulo 6

estación de servicio unos minutos antes del amanecer

Esto es más o menos a mitad de camino. Tengo un par de fotos de la ruta desde el camión, pero no se veía muy bien por la niebla, que estuvo presente varios kilómetros a pesar de que no hacía mucho frío. Como me había caído muy bien el conductor, nos quedamos hablando casi todo el recorrido así que no tuve tiempo de sacar demasiadas fotos. No es que pudiera dormirme de todas maneras, con el barullo del motor en la cabina del camión.

Así que claro, en esas horas de conversar con el señor me hice una idea bastante buena de su vida y sus asuntos. ¿Realmente se puede conocer a alguien en solo un par de horas de charlas random? Había leído por ahí que evolutivamente desarrollamos la intuición para poder evaluar situaciones con muy poca info, así que podemos conocer una buena parte de la personalidad de un extraño en pocos minutos. Si no recuerdo mal, en un experimento los extraños podían predecir cómo era una persona con solo 15 minutos de mirar su pieza—y yo, mirando su camión.

La noche pasó muy rápido. Cuando me di cuenta ya lentamente la oscuridad se había retirado y el sol estaba por asomarse. Estábamos en esa zona mágica donde dice mi papá que es mejor sacar fotos, porque hay claridad pero sin el contraste de la luz directa. Yo creo que esta foto captura perfecto esta transición, con las luces encendidas pero el cielo celeste por detrás.

También representa el momento mismo de la mudanza como tal. En el gran esquema de las cosas le había puesto pausa a mi vida de trabajo en otra ciudad, y en cuanto llegara a mi casa iba a continuar con normalidad. Así que mudarme era efectivamente ese pequeño silencio entre el estribillo y la siguiente estrofa. Por otro lado, en el viaje habíamos planeado solo una parada, así que el antes (cargar las cosas y viajar) y el después (llegar y descargar) estaban separados por esta estación de servicio. El camión mismo que nos transportaba hubiera podido descansar un momento, si no hubiera tenido el tanque lleno antes de salir. Y la estación estaba en el borde entre las dos provincias: la que había sido mi casa durante un año, y la que me había visto crecer.

Capítulo 7

Yo cansado, haciendo una señal de ok con la mano
Joystick

Acá ya se terminó todo. Llegué, descargué, le pagué al tipo y entré a casa finalmente. Tenía tres horas de sueño encima después de dos días y quedaba aún descomprimir las cajas en sus respectivos lugares; además habría que entrar a trabajar el lunes, por supuesto. Sin embargo es impresionante el sentimiento de liberación que me invadió cuando finalmente pude desplomarme sobre el sillón.

Ese sentimiento está en mi cara, así se ve una persona agotada en todo sentido pero con objetivo cumplido. Me encanta el cable del cargador, que aunque no está conectado a mi columna vertebral, en espíritu lo estaba necesitando. Y a la derecha mi nuevo bebé, con el que me aseguré de celebrar que ya hubiera terminado todo.

Ya está.

Comentarios

  1. Un relato descriptivo, en el que se pone en juego el “adentro-fuera” como un recurso que permite conocer al protagonista, sus pensamientos y emociones e imaginar el espacio-tiempo que transcurre, con detalles centrados en el hábitat y sus objetos.
    Una mudanza “pacífica”, sin el estrés que llevan la mayoría de ellas. Con el duelo propio de dejar… cambiar y transitar lo nuevo.
    Aguante Fabi! Y hasta el próximo escrito

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