Eso canta Ricky Martin en mi oído unos minutos antes de acostarme. Dejarse llevar por la música estuvo bueno, después de agotar la batería social hablando por horas.
Esto de hoy fue una despedida en realidad, aunque se sintió como un comienzo. Son sinónimos probablemente a nivel práctico — imposible empezar un nuevo camino sin dejar atrás algo. Pero desde lo subjetivo se sintió bien. O quizás, no me duelen tanto las partidas.
Una amiga se va a vivir lejos. Varias horas en colectivo, más o menos a la misma distancia que los de mi pueblo hasta mi casa actual. Aunque más que tristeza siento paz, y alegría por ella. Ha crecido mucho en lo profesional y sinceramente, va a seguir creciendo en responsabilidad sin parar. No me sorprendería verla triunfar en una empresa enorme dentro de unos meses, no hay quien la pare.
Lo que más me confunde, a pesar de que no es exactamente la palabra que busco (pero son las 4 de la mañana), es poder estar acá en su despedida. Hace un par de años no solo no sabía quién era, sino que no nos habríamos llevado nada bien. Yo era bastante insoportable como persona en aquel entonces, tenía mucho por crecer.
Todavía estoy en desarrollo, dudo alguna vez mirarme desde afuera y ver a un hombre maduro y preparado. Sospecho que también nuestro crecimiento es un moving target, y al ir desarrollándome, me sigo rodeando de nuevas personas que ejemplifican algo que me falta pulir. En el trabajo me pasa a veces, no estar conforme con lo que sé hasta que, de repente, lo uso.
No sé si me veo en el mismo lugar dentro de cinco años. Es más, ni siquiera estoy seguro de qué voy a hacer dentro de dos. Hay muchas cosas que daba por fijas hace solo unos meses, pero el aspecto que tiene hoy la pieza en la que pretendo dormir no la habría adivinado en un millón de años. Ni así la ciudad que la contiene.
Tener un objetivo determinado es difícil de imaginar hoy. Al pensar en objetivo vienen a la mente conceptos de fotografía: enfocar, definir, iluminar correctamente y capturar un punto fijo. Mis deseos y la dirección general en que vivo son lo opuesto, podría compararlo con mirar el cielo al caminar. Lo atractivo me distrae y obliga a cambiar el rumbo a cada rato.
Pero más allá de que no sé dónde quería llegar, es lindo tener un punto de referencia y respirar un rato en sintonía. En esta pieza azul. En calma.