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El colectivo me transporta

Interior de un colectivo en pleno viaje nocturno

Qué novedad. Pero no, no es que me senté a escribir después de un ataque de obviedad. Me refiero a una sensación especial que me provocan los viajes.

Desde siempre me gustó estar en movimiento, una partícula entre dos puntos. En especial en un colectivo, disfruté y disfruto de mirar por la ventana y estar presente, sin importar mucho hacia dónde voy, sino el mero avanzar.

Si analizo la sensación, es una forma de descansar. Ser adulto, aprendo hoy, es un flujo creciente de items a tachar en una lista interminable, que agota hasta al más entrenado. En el colectivo dejo que el chofer conduzca y eso libera.

A la vez me siento en conexión con todas las ocasiones previas en que viajé. De alguna manera gran parte de mi adolescencia la pasé sentado en una butaca “en camino hacia”, y muchas veces era ahí donde comencé a hallarme como persona independiente. Un entorno seguro pero el destino era incierto más allá de la última parada.

Hoy viajo para visitar. No es cualquier visita, sino a la familia, así que por ese lado también representa un descanso. Es hermoso tener en quién contar.

Supongo que podríamos resumir el post diciendo que estoy agotado y quiero relax. Así que aquí concluyo mi ensayo, y si me disculpan reclino mi asiento para más confort.

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