Edge of Tomorrow (“Al filo del mañana”), con Tom Cruise, no es mi película favorita, ni tiene la trama más original del mundo. De hecho cuando fui a mirar las críticas en IMDB antes de empezar a escribir, me sorprendí de su puntaje, pensé que sería más “promedio”. Pero así y todo, elijo mirarla al menos una vez por año, todos los años. La pregunta es ¿por qué?
Primero, algo de contexto. Básicamente se trata de una raza de aliens que puede controlar el tiempo y decide invadir la Tierra. Tienen las de ganar porque funcionan como una colmena, y cuando alguno de los soldados muere, el que controla todo el ejército puede reiniciar el día y retener las memorias de lo que pasó. Y Tom Cruise estando en el frente de combate, muere y absorbe este poder por accidente. Entonces, ahora él es quien reinicia el día y junto a una sargento que solía tener el poder en el pasado, intentan detener la guerra.
Ahora sí, ojo los spoilers, que es una peli del 2014 y ya es legal hablar de lo que pasa. Yo avisé.
Lo más obvio para pensar por qué la miro siempre, es simplemente que la miro siempre. La repetición funciona muy bien para grabar cosas en la memoria, así como para que nos comience a gustar algo. Mi papá suele decir que para que te guste un plato de comida, tenés que probarlo al menos seis veces—es lo que está detrás del gusto por el champagne, imagino, porque la primera vez que lo probé no me cabía en la cabeza cómo a alguien podía gustarle algo tan espantoso. El fenómeno está presente en otras cosas también, es la razón principal por la que, por ejemplo, nos sabemos la letra de las canciones. No es nada raro si escuchamos el mismo tema cientos de veces. De hecho, en la lógica de la argumentación, la repetición es su propia falacia. Entonces, en mi caso solo el hecho de mirar la película periódicamente genera una profecía autocumplida.
Otra cosa que es curiosa es el mensaje que uno se lleva de la historia. El personaje principal básicamente puede cometer todos los errores que quiere, porque cuando muere simplemente vuelve al punto de partida y listo. Ahora bien, justo en el momento crucial donde está por hallar al alien y ganar la guerra, pierde ese poder. Entonces, si lo matan en esta última gran misión, ya no va a revivir y ganan los aliens.
En otras palabras, el punto de quiebre en la historia para el personaje, que altera toda su percepción e incrementa el riesgo de la forma más terrible de toda la película, es lo que como espectadores vivimos a diario. Nunca recuperás un día que pasó, así que cada mañana comienza una misión donde nos ponemos en riesgo. Aunque bueno, tampoco es que nos vayamos a dar a los tiros con un alien, pero sí es cierto que podríamos morir en cualquier momento.
Pero no elijo ver Edge of Tomorrow cada año únicamente por el mensaje que transmite. De hecho, usualmente en el día que la elijo, lo que recuerdo es el final, especialmente cuando suena la música. Es como Transformers con el monólogo de Optimus Prime. Cuando escucho a Linkin Park me imagino a Prime mirando un atardecer estrellado, y cuando suenan los primeros rasguidos de la guitarra de John Newman pienso en Tom Cruise sonriéndole a la sargento Vrataski.
Siguiendo con la temática de las emociones, me gustan mucho las películas de acción por la suspensión de la realidad. Todos tenemos una idea intuitiva de cómo funciona el mundo, pero como amante de las ciencias exactas, disfruto mucho de desconectar el cerebro para reírme un rato del extremo al que se llega en algunos escenarios (te estoy mirando, Rápido y Furioso). Es decir, soy un chusma que adora criticar guionistas. Es más sano que hablar chismes de una persona real, así que no pienso sentirme culpable por mirar películas algo zonzas por puro placer.
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Esta película se ajusta muy bien al “camino del héroe”, por otro lado, una serie de etapas que según Joseph Campbell seguían todas las historias de la mitología y que garantizan que uno se sienta fuertemente identificado con el personaje. Un resumen del proceso, adaptado a las historias modernas, se ve acá (post original):

Primero, Tom Cruise comienza cómodo en su oficina haciendo relaciones públicas (1), donde siente que no está haciendo una gran diferencia en la guerra (2). Algo lo arranca de su rutina, cuando su comandante lo deja solo en el campo de batalla (3). Aquí tiene que adaptarse muriendo literalmente miles de veces, y comienza a tener visiones de dónde está su enemigo principal, el alien que le donó el poder de controlar el tiempo (4). Finalmente lo encuentra (5), pero pierde la posibilidad de regenerarse—si muere, habrá perdido todo (6). Pero como ahora sabe lo que quiere, lo enfrenta y vuelve cambiado al lugar de donde salió (7), beneficiando literalmente a todo el planeta (8). El punto es que esa estructura funciona muy bien, y la película sabe aprovecharlo.
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Finalmente, me pregunto si Edge of Tomorrow ya forma parte de mi identidad, así como cuando uno piensa en café se le ocurre Colombia, o cuando piensa en fútbol aparece Messi o Ronaldo. Quizá es solo una ayuda para enfrentar la fatiga de decidir—si no sé qué mirar, vemos a Tom vivir, morir y repetir. Pero también, una ventaja de ser adulto es que puedo hacer lo que se me cante. Capaz que solo miro la misma película todos los años porque puedo y ya está. Quién te dice, capaz que la mire hoy mismo.