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Ayer mojado

Arbusto pequeño creciendo entre bloques de cemento en ruinas

Con mi familia visitamos hace poco las ruinas de Miramar. La ciudad se apoya en la costa de una laguna inmensa, que durante años castigó la osadía destruyendo los edificios lentamente. El nivel del agua subía imperceptible, pero con el paso del tiempo agonizaba cada construcción, desde los cimientos hacia arriba. Los lugareños habían sufrido múltiples desastres, y ahora los restos quedaban a la vista.

A mi papá lo fascinaron los trozos de edificio dispersos por el lugar. Saltaba de un lado a otro y me comentaba ilusionado—esto era la puerta, ves que se cayó para adentro, eso de allá es el cordón de la calle, mirá estos escalones. Por mi parte me parecía divertido que en cualquier grieta, apretado entre cemento y piedra, asomaban pequeños retazos de verde. Me imaginé la furia vacía de una masa de agua empujando hacia abajo, siempre hacia abajo durante años, ahora reemplazada por brotecitos curiosos estirándose para ver el sol.

En cada escena estaba claro que el sufrimiento había sido mutuo. La costa había cedido para recibir a la ciudad, la vegetación desaparecida. La gente había perdido el fruto de generaciones de esfuerzo, desplomado con facilidad bajo tremenda presión. Y sin embargo, con el tiempo las plantas volvieron a crecer, la laguna se retiró, la gente reconstruyó más lejos. Levantando la vista, el ambiente y el hombre se confundían en un solo punto a la distancia.

Y había paz en la imagen, lamiéndome los tobillos. Un sentimiento de tibieza como mirar una cicatriz vieja, despertando recuerdos de dolor gastado que ahora solo invita a reflexionar. Un lugar hermoso, de caminos de cemento y barro bañados por el atardecer.

Hermoso y vacío, porque nadie vive en las ruinas. En algún momento hay que volver.

Comentarios

  1. Qué bella narración. Cuánto disfruto leerte! Me transporta a ese lugar.
    Si, hay que volver ❤️
    Tu fan número uno.
    Te quiero ❤️

  2. Tu descripción del encuentro entre el agua y la tierra (socavada) trayendo ruinas, desolación, abandono…. y esa pizca de aguda percepción en tu mirada hacia el verdor que anuncia lo nuevo e i nes pe ra do… me conecta con lo que es… así, ni trágica, ni mágica… real, abrazadera y solitaria como la vida misma o por lo menos, mi vida. Te quieto, sobri!

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